Cómo fomentar el lenguaje inclusivo y no discriminatorio dentro de tu empresa
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El lenguaje es uno de los principales elementos referidos a la socialización, proceso a través del cual construimos nuestra identidad y modificamos la realidad que nos rodea. Nos comunicamos tanto verbalmente como de manera no verbal, transmitiendo lo que sentimos o lo que pensamos, aunque sea inconsciente.
Cabe resaltar que el lenguaje es una construcción social e histórica que influye en nuestra percepción de la realidad, tiene la capacidad de transmitir valores y crear relaciones sociales. Es, por lo tanto, un reflejo de la sociedad y una herramienta para el conocimiento y la comunicación. Entendiendo esto, sabemos que el lenguaje es uno de los elementos principales para la inclusión social de todas las personas y en cada momento que nos comunicamos estamos creando o modificando la realidad de forma positiva o negativa.
Como norma general, tendemos a que el lenguaje marque la diversidad, se nombra aquello que en ocasiones es menos frecuente y se le da una connotación negativa provocando la creación de un imaginario propio sobre las características de ciertos grupos sociales. Por ejemplo, solemos decir «persona con discapacidad» (siendo este un término totalmente inclusivo y válido) pero nunca «persona sin discapacidad».
Para poder aplicar un lenguaje inclusivo y no discriminatorio dentro del ámbito laboral, así como para cualquier otro ámbito de nuestra vida cotidiana, primero tenemos que saber que el lenguaje inclusivo es el conjunto de propuestas que busca representar a toda la población, sin excepciones, sin discriminar, englobando todas las realidades que existen, liberando a la comunicación de estereotipos y perjuicios y fomentando el trato igualitario; con la certeza añadida de que el
lenguaje inclusivo va mucho más allá del lenguaje no sexista o del empleo de la vocal «y» al final de las palabras.
Por todo lo anterior, existen una serie de fórmulas básicas, entre otras muchas, y recomendaciones que podemos aplicar dentro de nuestra empresa, tanto en la comunicación verbal como escrita:
- Desterrar el masculino genérico, evitando su uso cuando sea posible emplear los diferentes recursos que nuestra propia lengua nos aporta.
- Hacer uso de fórmulas genéricas, incluyendo a hombres y mujeres por igual (persona, plantilla, equipo técnico, personal de X, entre otras).
- Usar abstractos para hacer referencia a la función laboral, cargo o responsabilidad dentro de la empresa: dirección, gestión, gabinete técnico, etc.
- Evitar el uso de la arroba «@», ya que resulta un problema para las personas con discapacidad visual que emplean dispositivos de ayuda a la lectura, así como para personas que necesitan lectura fácil.
- No abusar de los desdoblamientos (ejemplo: trabajadores y trabajadoras o técnicos y técnicas), puesto que pueden hacer que se pierda el hilo del mensaje.
- Limitar el uso de la barra «/» solamente a formularios e impresos y cuando sea necesario por falta de espacio.
Emplear un lenguaje inclusivo es, en definitiva, hablar con propiedad; no es una quimera que supone modificar nuestra manera de comunicarnos sino que se trata de incluir a todas las personas por igual aprovechando las herramientas que nuestro léxico pone a nuestra disposición, respetando la integridad individual de cada persona que nos rodea.
Una empresa que usa y promueve el lenguaje inclusivo es una entidad con un valor añadido que da un paso firme en el compromiso con su equipo, empresas proveedoras y clientela para romper con la exclusión y discriminación.
ACADAR
Asociación de Mujeres con Discapacidad de Galicia.