Emprender: una lección de vida en la incertidumbre

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Hace ahora 20 años, comenzaba el año más relevante para mi carrera profesional y personal. Yo era un estudiante predoctoral de Física, a punto de finalizar mi tesis (que leí ese mismo mes de julio), pero ya tenía tomada la decisión de dejar la carrera investigadora y embarcarme en un proyecto emprendedor en el sector tecnológico.

La razón principal detrás de esta decisión era que la universidad, en aquel momento, no ofrecía el ambiente dinámico que yo buscaba, un entorno que me permitiera hacer cosas e intentar influir en la sociedad de una manera particular. Con cada año que pasaba, iba descubriendo más sobre el emprendimiento tecnológico y quedaba fascinado con la idea de crear valor desde tan poco (tan solo un ordenador y una conexión a internet). Este fue el impulso fundamental para dar vida a Galinus Taller de Nuevos Medios, mi primera (y más valiosa) experiencia como emprendedor.

Si algo aprendí en esta travesía con Galinus fueron dos cuestiones clave:

  • Para emprender, debes estar en posición de hacerlo. En ese momento, no tenía cargas familiares ni hipotecas que me atasen, y mi pareja (que hoy es mi mujer) tenía un salario fijo que nos permitía vivir con comodidad, aunque yo tuviese ingresos. Esto hizo posible sacar adelante el proyecto sin demasiado sufrimiento personal.
  • La incertidumbre es un compañero inseparable del emprendimiento, especialmente en iniciativas innovadoras, y la mayoría de nosotros tenemos serias dificultades para gestionarla. Yo tardé mucho tiempo en comprender por qué sentía esa angustia en los primeros años, cuando nada parecía seguro y todo lo que me los construía podía cambiar en un abrir y cerrar de ojos. Con el tiempo, he comprendido que esta incertidumbre era parte inherente del emprendimiento y debí aprender a gestionarla.

Las enseñanzas más valiosas (y dolorosas) que Galinus me ha proporcionado fueron durante lo proceso de cierre, desde la toma de decisión hasta la gestión de las consecuencias. Por un lado, agradecí enormemente tener las condiciones que mencionaba anteriormente, lo que hizo que el cierre de la empresa no supusiera un problema económico o familiar que nos hubiera afectado de por vida.

Por otro lado, y quizás sea el más relevante, aprendí a aceptar con humildad que nuestro destino no está completamente en nuestras manos. Esta lección me ha ayudado a valorar de manera más realista mi propio poder como emprendedor (y como persona) y a comprender que hay circunstancias que escapan a nuestro control.

Siempre estaré a favor del emprendimiento como una forma de ver la vida y contribuir a la sociedad, además de ser un camino fascinante de conocimiento. No obstante, conozco numerosos casos de emprendedores que han vivido auténticas desgracias por no tener en cuenta estas dos cuestiones. Hay que tener siempre un plan B. Debemos ser muy conscientes de que, al montar un nuevo negocio, especialmente una startup tecnológica, hay muchas posibilidades de que las cosas no salgan como esperamos, hagamos lo que hagamos.

Lo complejo es ser capaz de evaluar con seriedad estos aspectos cuando se está en las primeras fases del emprendimiento, cuando todo parece posible y emocionante.

Por eso, lo que yo te recomiendo que hagas se quieres emprender es que conozcas a emprendedores que ya lo hayan intentado, a los que les haya ido bien y mal, y que hables con ellos de manera franca sobre tu proyecto y tus miedos. Ellos no van a tener «la respuesta», pero te van a ayudar a que tú llegues a ella.

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Daniel Cerqueiro

CMO en «Docuten».