¿Quieres que la productividad llame a tu puerta? Invita al humor

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Las empresas bien pueden favorecer un clima positivo y flexible donde predomine el buen humor cumpliendo con el trabajo en los plazos acordados; o bien, pueden transformarse en cárceles para sus empleados cuya condena puede ir desde aburrimiento o tedio a sometimientos y abusos, produciendo efectos nocivos en la salud (Toledo y García Aparicio, 2010: 115)

En esta cita, Toledo y García Aparicio señalan que debe nacer una nueva orientación en las empresas y organizaciones pues, como ellos indican, a través del humor aumenta la productividad.

La productividad de las empresas depende, entre otros factores, del clima laboral, y el clima laboral lo hace de las relaciones interpersonales. Una organización y una empresa es un espacio emocional. Una empresa no es un edificio, sino la proyección de sus integrantes que se define por su misión, visión, liderazgo y relaciones interpersonales, tanto entre los miembros de la misma como de éstos con otras personas, ya sean proveedores o clientes. Por lo tanto, el clima laboral no es la suma de los estados de ánimo de sus miembros, sino que es una superestructura fruto de las interacciones de las emociones y sentimientos de todos ellos. El clima laboral depende también del establecimiento y cumplimiento de las normas que se establecen en la empresa (Goleman, Boyatzis y McKee, 2016). Entre ellas, distinguiremos las normas de producción que permiten la creación de bienes y servicios, y las normas de convivencia muchas veces no explícitas, pero que determinan el éxito o fracaso de la misma. Entre estas últimas se encuentran los flujos de comunicación interna y externa.

Por otro lado, Peterson y Seligman (2004) nos dicen que una vida llena de felicidad, compromiso y significado se alcanza a través de 6 virtudes y 24 fortalezas. La virtud «Transcendencia» se alcanza, nos dicen, a través de estas cuatro fortalezas: esperanza, espiritualidad, generosidad y humor. Vemos, por lo tanto, que estos psicólogos elevan el humor hasta una categoría tan abstracta como la espiritualidad, lo que nos hace pensar en la importancia de esta competencia en todas las esferas de la vida, incluido el trabajo.

Sergio de la Calle (2020) nos dice que el humor aumenta el impacto en la comunicación, mejora el aprendizaje, facilita las negociaciones y la gestión del conflicto y potencia la resiliencia y la cohesión de los equipos. El humor mejora el estrés (Samson y Gross, 2012), beneficia al clima laboral (Hutcherson, Seppala y Gross, 2015), y aumenta la motivación y el compromiso de los trabajadores (Wanzer, Frymier y Irwin, 2010). El humor por otro lado, es uno de los elementos clave que permiten mejorar la convivencia, conecta con nuestra creatividad, favorece nuestra imaginación (Martín y Albertoni, 2015) y nos permite evaluar el nivel de cordialidad en el clima laboral de las empresas. En todo momento nos referimos al humor verdadero. En ocasiones, una organización nos puede parecer que cuenta con un agradable clima laboral porque el jefe o los jefes se permiten hacer chistes o hacer bromas sobre el personal. El humor verdadero surge del reconocimiento de que todas las personas tienen el mismo valor como personas, independientemente del puesto que ocupen en la jerarquía de la empresa. Y esto supone dos cosas:

  1. A) El reconocimiento de valor propio, por encima del dinero que se tiene, del cargo en la empresa, de los títulos académicos, del poder o la fama que una persona pueda tener. El reconocimiento propio de valor nace de la autoestima, de una valoración positiva y global de la propia persona (Rosenberg, 1965). Esto implica la aceptación de su esquema corporal, de sus raíces de origen, del devenir de la vida hasta el momento presente. Requiere el dominio de los impulsos personales como la agresividad, la culpa, la envidia, el mal humor, el miedo, la tristeza… etc. Y esto supone tener un proyecto personal motivador que permita a cada miembro de la empresa tener unas metas a largo, medio y corto plazo y ser perseverante en su consecución (Hue 2007).
  2. B) El reconocimiento del valor en los demás, y para eso hace falta conocerlos. El humor, hemos dicho, es beneficioso para mejorar el clima laboral y, en consecuencia, la productividad. Sin embargo, también hemos señalado que hay un humor no verdadero, inadecuado. El humor, el chiste, el doble sentido, la broma se ha de utilizar, en primer lugar, para que no moleste a los demás, pues muchas veces el humor se emplea para hacerlos de menos, para reírnos de ellos, para menospreciarlos. Un ejemplo es cuando se dice una gracia que entienden mis amigos, pero que no lo hacen los demás; en este caso, se utiliza para dejarlos en evidencia o en ridículo, con lo que en lugar de ser un aspecto positivo que beneficia al clima, es una afrenta que agrava el distanciamiento entre los compañeros. Y, en segundo lugar, el humor sirve para aumentar la empatía, la comunicación positiva entre jefes y empleados o entre los mismos empleados. Así, el humor, el chiste o la gracia han de servir para hacernos cómplices de un doble sentido o de una interpretación rara de un hecho, cosa o acontecimiento. Con el humor verdadero se afianzan las relaciones cuando las personas sintonizan, se saben iguales, respetadas, valoradas.

En suma, el humor debe ser introducido desde las personas que ocupan puestos de liderazgo por los beneficios que tiene para las organizaciones y las empresas, pero siempre teniendo en cuenta que el humor que genera estados de satisfacción, de alegría, no se reduce a contar unos cuantos chistes, sino que presupone un doble respeto emocional: primero, hacia nosotros mismos, elevando la verdadera autoestima que surge del esfuerzo, de la resiliencia y de la motivación. Segundo, hacia los demás, aumentando la empatía entre los miembros de la empresa u organización, así como con otros participantes como proveedores y clientes. Y, para alcanzar todo esto, propongo una formación interna en la empresa en dos fases: una, de crecimiento en la inteligencia emocional grupal; y, otra, a través de talleres de risoterapia. Solo con una primera fase bien consolidada podremos desarrollar la segunda. No olvidemos que la risa, el humor y la alegría nacen de un estado de felicidad compartida, de la confianza mutua.

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Dr. Carlos Hue

Psicólogo. Pedagogo. Doctor en Educación. Experto en Inteligencia Emocional, Coaching educativo y Neurosocioeducación.